Vermeer, un artista descubierto por un Perito de Arte

Johannes Vermeer es un artista flamenco ampliamente conocido en todo el mundo, famoso por su calidad técnica y sus obras maestras. El artista cobro gran visibilidad pública por un hecho histórico en la segunda guerra mundial, un hombre llamado Han Van Meegeren eligió a este artista para falsificar sus obras, se convirtió en el mayor falsario de obras de arte de la historia del Arte.

Autor: Lic. Gustavo Perino

Lo que pocos saben es que hasta 1858 este artista era desconocido para el medio artístico, quien lo saco de las sombras fue el gran perito de arte Théophile Thoré [1](1807-1869), llamado también William Burger.

Théophile Thoré-Bürger fue un gran estudioso del arte francés que poseía varias formaciones profesionales y que por cuestiones políticas de la época desarrollo gran parte de su profesión de perito en países como  Suiza, Inglaterra y Bélgica.

En 1842 fundará con Paul Lacroix  (historiador, bibliógrafo, periodista, autor y romancista dramático), “La alianza de las artes: Sociedad para la pericia y el comercio de pinturas, libros, monedas y medallas” cuya dirección era Bureau de l’Alliance des Arts, 178 rue Montmartre, Paris. Se trataba de un negocio especializado en compra, venta y pericia de bibliotecas y colecciones de pinturas.

El fue el responsable por las fundamentaciones del método denominado “Connoisseurship”, (conjunto de elementos de estudio para la determinación de la autenticidad en las obras de arte).


En su derrotero como perito, comenzó a descubrir en los grandes acervos artísticos obras aún no catalogadas, trabajo sobre una serie de artistas sobre los cuales no se disponía, hasta entonces, mucha información confiable.

Entre otros artistas, Thoré trabajo intensamente sobre el Suizo Leopold Robert, Frans Hals y el genial Vermeer. Sobre este último escribió:

El es un gran pintor, cuya biografía no es más conocida que aquella de Hobbema cuyas obras son aún más raras. Sabemos solamente que nació en Delft cerca de 1632, y es por eso que, con el fin de distinguirlo de sus homónimos, es llamado de Van der Meer de Delft (Delfsche van der Meer). Según Immerzeel, su verdadero nombre seria Jan Vermeer y habría sido alumno de Karel Fabricius. No hay ninguna prueba de eso, de todas maneras significaría poco, es preciso dejar ese Delfsche Van der Meer entre los ilustres desconocidos”

(BURGER, 1858)

Publicará sobre él en 1866 una serie de artículos sobre sus descubrimientos en “Gazette des Beaux Arts” (cf. BÜRGER, 1866a, 1866b, 1866c). En el primero él destaca “Van der Meer sería para nosotros un enigma, un pintor genial poco comprendido, merece una posición más honrosa en el canon artístico”.

El conjunto de artículos se presenta como una narrativa, para nosotros emocionante, sobre el modo que Thoré-Bürger redescubrió el pintor, sus viajes a Holanda, la lenta definición de un perfil más nítido sobre el artista, el levantamiento del pequeño conjunto de obras, una tentativa de identificación precisa del pintor por medio del análisis de sus firmas.

Realizó una exposición retrospectiva en 1866. Fue la primera ocasión en la que obras de Vermeer fueron expuestas. Thoré consiguió prestadas obras de diversos coleccionistas que él conocía, también hubo obras de su propia colección particular. Thoré creó su propia colección de arte que, naturalmente incluía sus artistas descubiertos, Hals y Vermeer.

Él acuñó por primera vez el término “Perito consejero” destacando la importancia del asesoramiento de un experto en la creación de colecciones.

 

Más cerca de Vermeer y la Joven de la perla – Nuevos descubrimientos científicos sobre la obra

Recientemente Museo Mauritshuis de La Haya ha hecho públicos hoy los resultados del estudio de investigación llevado a cabo en 2018 a la denominada “Mona Lisa del Norte”, referenciándose a la famosísima obra La joven de la perla de 1665.

Estos estudios técnico científicos desarrollados por el museo consiguieron encontrar huellas del pasado que no son visibles en nuestros dias, como en otras obras de estos tiempos, las razones por la cual ciertos signos, diseños y trazos fueron cubiertos, son aún un misterio.

Entre marzo y abril de 2018 inicio un trabajo de investigación que lo denomino «The Girl in the Spotlight» (La joven en el punto de mira) donde la obra se sometió al proceso de peritaje a la vista de todos dentro de una sala que se denominó la Sala Dorada, cubierta por un gran cristal que separaba la obra maestra del público.

Un equipo interdisciplinario liderado por Abbie Vandivere (conservadora en jefe del museo) coordino las acciones que involucraron a instituciones como el Rijksmuseum de Ámsterdam, la National Gallery de Washington y las Universidades de Maastricht y Amberes, entre otras instituciones.

Utilizando técnicas modernas no invasivas, se pudo determinar la denominada Factura técnica del artista, esto estudia la composición, el método constructivo, el orden de las pinceladas y la disposición del material sobre el soporte, el conjunto de habilidades técnicas se llama en peritaje “Factura técnica”.

Estos estudios permiten ver mas allá del ojo humano, y con tecnología de ayuda se pudo descubrir que Vermeer pintó a la hermosa joven delante de una cortina verde. Se han visualizado líneas diagonales y variaciones de color que sugieren una tela doblada en la esquina superior derecha de la pintura. La cortina ha desaparecido a lo largo de los siglos como resultado de cambios físicos y químicos en la pintura verde translúcida.

Microfotografía digital 3D del ojo derecho de la chica: 140 aumentos (1,1 μm/pixel) [Hirox Europa, Jyfel]. A la derecha: El mapa de macrofluorescencia de rayos X (MA-XRF) para el hierro (Fe) muestra que Vermeer pintó las pestañas con una pintura marrón. La punta de la pestaña es apenas visible contra el fondo oscuro descolorido. [Annelies van Loon: Mauritshuis/Rijksmuseum]

Créditos: https://www.mauritshuis.nl/

La joven con perla, actualmente parece no tener pestañas no obstante con escaneo y examen microscópico se puede observar que el artista ejecuto el diseño de las pestañas con tinta marrón.

Pero, ¿quien es la Joven?

«En la pintura flamenca y holandesa del siglo XVII estaban muy extendidos los estudios de cabezas [tronie es su denominación holandesa]. Aunque por su estructura y su encuadre se asemejan a retratos, no reproducen a nadie en concreto. Tan solo plasman un tipo o un rasgo del carácter»,

Karl Schutz

En la producción del artista podemos encontrar cuatro tipos de obras similares: «La muchacha del sombrero rojo», «Muchacha con flauta», «Estudio de cabeza de mujer joven» y «La joven de la perla».

Las descubiertas sobre la obra aportan más información sobre su aspecto físico, detalles que le otorgan personalidad a esta dama desconocida.

Desde el punto de vista compositivo, se sabe ahora que Vermeer comenzó a componer la pintura en varios tonos de marrón y negro. Las imágenes infrarrojas visualizaron amplias pinceladas aplicadas con énfasis en capas subyacentes, que ahora se encuentran debajo de la pintura visible. Pintó los contornos de la chica con finas líneas negras.

La nueva investigación revela que Vermeer realizó cambios en la composición (arrepentimientos) durante el proceso de trabajo: la posición de la oreja, la parte superior del pañuelo y la parte posterior del cuello se desplazaron.

El pintor trabajó sistemáticamente desde el fondo hasta el primer plano: después de pintar el fondo verdoso y la piel de la cara de la niña, pintaría su chaqueta amarilla, el cuello blanco, pañuelo en la cabeza y la «perla». La perla es, según el estudio «una ilusión» (Vermeer la pinta con toques translúcidos y opacos de pintura blanca). Falta el gancho para colgarla de la oreja. Vermeer firmó su obra en la esquina superior izquierda (IVMeer).

La investigación ha permitido identificar y mapear con precisión la paleta de colores de Vermeer en esta pintura por primera vez, hoy sabemos que utilizó:

  • Rojo (bermellón elaborado con cochinilla)
  • Amarillo y marrón (pigmentos de tierra)
  • Azul (ultramar e índigo)
  • Negro (carbón y hueso negro)
  • Blanco (dos tipos de blanco de plomo)

Vermeer seleccionó cuidadosamente dos pigmentos de blancos de plomo con diferentes propiedades ópticas para lograr una transparencia sutil y una transición perfecta de la luz a la sombra en la piel de la niña. Este blanco con el tiempo y el envejecimiento vira hacia el amarillo, no será hasta el siglo XX que la tecnología permita crear otros blancos que son más resistentes y mantienen por mucho más tiempo el color como el Blanco de Titanio.

Las materias primas para los colores provenían de todo el mundo: regiones que hoy pertenecen a México y América Central, Inglaterra y posiblemente Asia o las Antillas. Según el estudio, el uso de Vermeer del azul ultramar de alta calidad en el pañuelo y la chaqueta es sorprendente. Hecho a partir de la piedra semipreciosa lapislázuli que proviene de lo que hoy es Afganistán, la preparación de ultramarinos naturales era lenta y laboriosa. En el siglo XVII, el pigmento era más precioso que el oro. Un descubrimiento del reciente proyecto es que la piedra pudo haberse calentado primero a una temperatura alta, lo que facilitó la molienda y produjo un color azul más intenso.

a: Fotografía de luz polarizada [René Gerritsen Art & Research Photography]

b: Tomografía de coherencia óptica multiescala (MS-OCT) esmalte + mapa de espesor de la capa de barniz [Tom Callewaert: TU Delft]

c: Mapa de fluorescencia de rayos X (MA-XRF) para el plomo (Pb-M) [Annelies van Loon: Mauritshuis/Rijksmuseum] d: Mapa de MA-XRF para el cobre (Cu-K)

e: Detalle de la fotografía de luz polarizada

f: Detalle del mapa MA-XRF para el plomo (Pb-M), con un mayor contraste.

En cuanto al color rojo, la gran protagonista es la cochinilla, un pequeño insecto (Dactylopius coccus) existente en grandes cantidades en américa latina, ella contiene una gran cantidad de colorante que se utilizó para la creación de pigmentos. El valor de la cochinilla se debe a la considerable cantidad de colorante que contiene, alrededor del 20% de la masa corporal del insecto. La cochinilla se convirtió en uno de los artículos más valiosos y sustanciales del comercio español desde la segunda mitad del siglo XVI (período del que existen cifras) hasta finales del siglo XVIII. Su producción, centrada en Oaxaca, México, fue un monopolio español durante todo este período; no fue hasta la desintegración del Imperio.

Apenas se conservan una treintena de obras del maestro de Delft. «La joven de la perla» fue adquirida en 1881 por el coleccionista holandés Arnoldus Andries des Tombe por dos florines en una subasta en La Haya. Tras su muerte, legó el cuadro y otros once al Mauritshuis.

 El autor del libro “Vermeer, obras completas” Karl Schütz, sostiene que la enorme fama y popularidad del cuadro «reside en el atractivo intemporal de la joven: su mirada dirigida al espectador, el brillo húmedo de los ojos, los labios entreabiertos, el giro de su cabeza, el exotismo del atuendo… Ese ideal de belleza sigue vigente hoy».

Equipo interdisciplinario de peritaje en acción:


[1] Kern Daniela, Revivais “pluralistas” na historiografia da arte: champfleury e os le nain, thoré-bürger e vermeer. 2012 EdUFOP,

Fuentes: https://www.mauritshuis.nl/