20 Ago Invertir en arte, ¿es rentable?
Revista Fortuna, Editorial Perfil (20-08-2015)
El mercado de arte latinoamericano: Fue solo a fines de la década del 70 que se comenzó a agrupar al arte latinoamericano en ventas específicas. Las grandes casas de subastas internacionales jugaron un rol preponderante en su identificación y valoración financiera. En 1977 Sotheby´s Nueva York crea el departamento de arte latinoamericano y en 1979, se desarrolla la primera sesión dedicada a este arte. En 2004 Christie´s organiza en París la primera venta de arte latinoamericano fuera de Nueva York.
Oferta y Demanda propias de este segmento
La demanda del mercado está compuesta por muchos actores que mencionaremos a continuación que evidencian la heterogeneidad del sector y las amplias posibilidades que ofrece.
Comprador ocasional: Se trata de compradores que ocasionalmente adquieren obras plásticas anteponiendo su gusto estético, pero el evento (compra) pertenece a una orden muy puntual.
Los inversionistas: El arte se ha transformado en una inversión segura produciendo espectaculares ganancias en algunos casos. De todas formas está por fuera de cualquier medio de inversión convencional (bolsa, banca financiera, commodities, oro, etc.). El arte incluye muchos ingredientes que los demás productos no tienen. De allí su exclusividad y necesidad de quien compre, sepa o sea bien asesorado. Por lo que podemos categorizar a estos compradores en El inversor a largo plazo: Comprador de arte consagrado y clásico. El especulador: Tiene dinero disponible para invertir y el gusto estético está de lado ya que se invertirá solo en el artista que esté cotizando en este momento, se incluyen, en este segmento, los compradores altamente informados que aprovechan las bajas en la cotización de ciertos artistas especulando con su futuro crecimiento. El inversor a corto plazo: Es un comprador de arte nuevo, lo hace generalmente en ferias internacionales, son inversiones más volátiles pero con altísimas posibilidades de ganancias por adquirir obras contemporáneas y de alto riesgo.
Por otro lado están los coleccionistas; son un grupo extremadamente heterogéneo de personas que con múltiples intenciones y deseos compran y acumulan obras de arte. Diferenciándose entre ellos a los Los coleccionistas menores, que pertenecen al mundo del arte, marchands, curadores, peritos, artistas que consideran el coleccionismo como una actividad lucrativa conservando pequeños stocks y que eventualmente intercambian o venden con el objetivo de mejorar la categoría de sus colecciones. Los coleccionistas de nivel medio, que son conservadores en su gusto y riesgos, se caracterizan por la calidad de sus colecciones, no siempre sus motivaciones son estéticas sino que tienen un profundo conocimiento del mercado y saben que períodos tienen los artistas y cuáles son los más buscados y destacados. Por último están Los coleccionistas de mayor importancia, compuesto de personajes, pertenecientes a la mayor burguesía financiera e industrial. Compran exclusivamente artistas consagrados, prestan especial atención a la firma, pericias y toda documentación que avale el origen de la misma, esta documentación es clave al momento de venderla obra en el momento que desee.
La segmentación de la oferta
La frontera más evidente, y también la más impermeable se sitúa entre el mercado del arte figurativo tradicional (arte catalogado) y del arte contemporáneo (arte nuevo, en producción) en sus múltiples expresiones.
La primera categoría de obras está construida sobre una tradición con una cierta rutina; alimenta un mercado relativamente homogéneo. La segunda categoría de obras, muy diversificada y muy inestable, alimenta un mercado dinámico y fragmentado. El primer mercado es amplio y estable, mientras que el segundo es estrecho y evolutivo.
El arte como INVERSIÓN
La obra de arte es un bien raro, durable, que ofrece a quien la posee beneficios estéticos (placer estético), sociales (distinción, prestigio) y financieros. No da renta estructurada pero, en tanto se trata de un bien mueble, susceptible de ser revendido con una eventual plusvalía, constituye un objeto potencial de inversión alternativo frente a otros activos. En el mercado del arte, los actores son poco numerosos y el vendedor, sea mandatario o propietario, se encuentra en una posición monopólica por la “unicidad” de la obra de arte en cuestión. Dicho de otro modo; accionistas de YPF tienen en su poder acciones iguales y los diferencia la cantidad de unidades que posean, el que tiene una obra de Antonio Berni en su poder, tiene esa UNICA obra de arte ninguna otra será igual, de allí el factor de “unicidad”.
La evaluación de la rentabilidad del arte
Comparando el rendimiento de las inversiones en obras de arte, con el de los activos financieros, la mayoría de los estudios recientes constatan que los primeros resultan inversiones bastante banales, o incluso mediocres a largo plazo.
Todos estos análisis, llegan a la conclusión de que las obras de arte tienen una rentabilidad a largo plazo y gozan de una enorme estabilidad. El producto adquirido es ÚNICO e IRREPETIBLE, en el caso de Arte consagrado su autor no produce más obra por lo que el paso del tiempo solo hará que su valor se incremente.
El diferencial de rentabilidad entre el activo artístico y el activo financiero radica, supuestamente en el deleite estético y la estabilidad de la inversión.
El mercado de arte catalogado
Entendemos por obras catalogadas y en el sentido “clásicas” a aquellas obras antiguas o modernas que ya forman parte del patrimonio histórico y tienen su reconocimiento en la historia del Arte. La línea de división más fuerte en la organización de las ventas (subasta y comercio privado) se da entre las obras anteriores al impresionismo y las obras impresionistas y modernas.
Estas obras pueden ser consideradas como financieramente seguras, la evaluación del valor artístico se encuentra sometida a una doble incertidumbre; la referida a las características específicas de las obras y sobre todo a su autenticidad.
Mercado mundial en vías de la globalización absoluta
La mayoría de las casas de subastas multinacionales realizan ventas en la mayoría de las principales metrópolis. Los operadores con grandes recursos financieros son pocos y entre ellos hay mucha competencia. Las plazas dominantes son Nueva York, Londres, París y Hong Kong.
El mercado del arte tiene una doble característica, por un lado está fuertemente internacionalizado y por el otro está concentrado en algunas metrópolis mundiales siguiendo el esquema de los mercados financieros. En el siguiente gráfico se ve la distribución de la cantidad de subastas alrededor del mundo y su distribución.
En el mercado Argentino (inserto dentro del 5% de “resto del mundo”) en general, las ventas la realizan personas que no están capacitadas y poseen pocos estudios sobre historia del arte, su “expertiz” sobre las obras se limita a la simple evaluación de antecedentes que presente la misma. Lejos están, de poder evaluar y peritar una obra independientemente de que un papel les diga que es auténtica. Son, en la gran mayoría de los casos simples revendedores de arte donde su ética y profesionalismo está al límite y solo es importante realizar la transacción y cobrar la respectiva comisión, dejando al cliente (tanto quien vende como quien compra) desprovisto de protección y asesoramiento.
Autenticidad & Certificación
La salvaguarda de la Rareza, como ya hemos mencionado en otras notas anteriores, para entrar en el mercado del arte con el estatus de obra de arte, un objeto debe ser único o, en caso de no ser único debe ser raro. Para poder extender la categorización se deben establecer mecanismos de control de la rareza.
La identificación de las obras, el mercado de la pintura antigua está basado, por lo general, en obras que no están ni firmadas ni fechadas y cuya identificación exige un largo trabajo documental. El mercado de la pintura moderna no se halla al resguardo de las obras falsas, y la admiración que despiertan ciertos artistas, como Van Gogh por ejemplo, contribuye a multiplicarlas. Como ejemplos locales podemos mencionar a artistas muy falsificados como Stephen Koek Koek, Antonio Berni (Obra falsa, ver foto), Carlos Castagnino, Alejandro Xul Solar, Fernando Fader entre otros.
El peritaje
Hoy en día, los agentes reductores de incertidumbre son los especialistas que se reclutan a nivel internacional; historiadores de arte, curadores y conservadores de museos, así como expertos independientes, que actúan como oligopolizadores de conocimientos y los progresos de la ciencia histórica permitieron considerar al peritaje como ligado a la rareza de los conocimientos y a la retención de una información específica.
Es el experto independiente, que ejerce una actividad liberal y que percibe honorarios, quien tiene la misión de emitir certificados de autenticidad a los propietarios, y los vendedores, de darle una valor comercial a la obra. Por ejemplo en nuestro país existe la profesión del Perito y Valuador de Obras de Arte avalado por la Institución académica universitaria cuyo título es aprobado por la CONEAU. Los métodos de análisis de obra son de carácter interdisciplinario e involucran estudios técnicos científicos de baja, media y alta complejidad en interacción con instituciones prestigiosas como el INTI e INTERPOL (sugerimos leer la nota de Cinismo o Status Quo publicada en FORTUNA el 6 de mayo de 2015).
En este sentido, el Grupo Interdisciplinario de valuación de obras de Arte (Givoa) está a la vanguardia tecnológica e implementó el código QR en la certificación de obras de arte. De esta manera la obra lleva el “sello” que puede ser leído por cualquier smartphone y acceder a la conclusión de la pericia como a su ficha técnica y datos de los peritos intervinientes. Gracias a ello, el cliente y tenedor de la obra de arte puede archivar su expediente y correspondiente certificado para cuando amerite presentarlo como documentación respaldatoria.